Cada partida conjuga la belleza de la artesanía en vidrio con la toma de decisiones significativas.
Descubrí Sagrada casi por casualidad, como suele suceder con las joyas ocultas. Pedí unos juegos prestados para llevarme a unas vacaciones de turismo y ahí estaba él. Para quienes disfrutan de los juegos de mesa y buscan algo más que el simple entretenimiento, Sagrada ofrece una experiencia estéticamente bella y estratégicamente desafiante, que conquista a toda persona que se animE a probarlo.
Diseñado por Daryl Andrews y Adrian Adamescu, se basa en la creación de un vitral, inspirado en la Sagrada Familia de Barcelona. La estética de sus vitrales envuelve el juego. Cada jugador o jugadora toma el papel de un artesano del vidrio, usando dados traslúcidos de colores como si fueran piezas que deben colocarse estratégicamente para formar patrones visualmente atractivos. Puede sonar simple, pero ahí radica la elegancia de Sagrada: lo que empieza como una sencilla selección de colores y números se convierte rápidamente en un rompecabezas donde cada decisión puede ser una trampa a futuro.
Lo primero que me atrajo de Sagrada fue su belleza. El diseño está pensado para hacerte sentir como si estuvieras armando una obra de arte. Es uno de esos juegos que gustan tanto a quienes buscan estrategia como a quienes prefieren disfrutar una experiencia estética. Es ideal para una sobremesa tranquila, aunque siempre termina quemándote la cabeza.